Bitácora del Equipo Girón Rebelde
Viernes 8 de abril
Se hace habitual la rutina del montaje. Nosotros, ajenos a sus demandas, se nos antoja algo técnico, muy preciso, ajeno a los pronósticos, las casualidades. Bueno, no tanto.
La comandancia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias nos acogió en la madrugada casi fría de Jagüey Grande con su imponente arquitectura de oficina de central, opulenta, de pasillos exteriores custodiados por altas columnas diseñadas quizás, a partir de la riqueza que los antiguos dueños del central Australia, impúdicamente, decidieron exhibir.
Agradable sorpresa: descubrimos como un ingeniero en construcción de centrales atómicas, recién graduado y luego del fiasco de la paralización de la de Juraguá, se inició como jefe de brigada en una tarea tan sencilla como fregar tanques para el envasado de los jugos. Luego fue escalando por sus méritos, conocimientos, capacidad de aprender rápido y ahora es director del combinado del cítrico.
Persona afable, realista, comprometida con su tiempo, sus urgencias y soñadora hasta alcanzar la máxima felicidad de liderar una empresa exitosa; en la que rige y se apuesta por la dirección femenina. Alejandro se muestra optimista en cuanto al futuro del cubano y le agrada ser partícipe, incluso de la utopía.
Dagoberto dio la impresión de ser huraño. Otra falsa interpretación nuestra. Máster en Ciencias, ingeniero agrónomo y defensor a capa y espada de la previsión como herramienta para la dirección, y arma certera contra el fracaso, no oculta sus verdades al abogar por la diversificación, el uso de la ciencia y la técnica para interpretar la realidad, planear el futuro, detalle a detalle, desde el presente.
Creo que algo une a estos hombres y no el hecho de haberse naturalizados jagüeyenses -que es el gentilicio de esta localidad- Podría ser el hecho de que una juventud madura, moldeada por los rigores del tiempo ofrece la mixtura, la sustancia vital para trastocar estudios en nuevos empeños, soñar alto, pero con los pies sobre las rocas, esas, que desde hace décadas, cuando miles de toneladas saltaron ante cargas explosivas, permitieron, que como monumento a la utopía, brotasen los frutos.
Viva el socialismo cubano.
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