Martes 12 de abril.
La niebla nos rodea juguetona y por instantes amenazante en la carretera hacia Pálpite. Curioso fenómeno que se nos enmascara como presagio, más aún cuando la sorpresiva aparición, acalla al equipo.
En la sede del conjunto artístico comunitario Korimakao, nos reciben dos cienagueras auténticas: una, nacida próxima a playa larga; otra por cosas de la vida, ve la luz del mundo en Cárdenas y crece en una de las zonas mas intrincadas de la ciénaga, esperanzada por el conocimiento y con resolución de entregarse hasta conquistar la universidad.
Diosenis, la presidenta del gobierno en Ciénaga de Zapata, revela que se trata de un municipio similar en extensión territorial a toda la provincia de Cienfuegos, pero además, un territorio donde su población, que no arriba a los diez mil habitantes, es fundamentalmente masculina.
¿Será que las mujeres asumen los desafíos con más resolución que los hombres. O será que logran prepararse para las demandas de la vida mucho mejor que el llamado “sexo fuerte “y esgrimen como carta de triunfo ese sexto sentido, aún no descifrado y para muchos enigmático, como la razón de tanto éxito?
Marta Alina es capaz de enfrentar todo, absolutamente. Basta una sonrisa apenas dibujada en su rostro. Y es evidente que no admite dobleces.
Diosenis, escruta con sus ojos negros, propone, escucha y confiesa que no le gusta el peloteo. ”Las cosas se resuelven o no”, dicta resueltamente.
Luego, asoma Manuel Porto, destacado actor de la radio, el cine y la televisión y lo hace sin límites, mostrándose desde el momento en que se maldijo como verdulero y se presentó al día siguiente en el tercer llamado del servicio militar para luego, entre búsquedas y travesuras descubrir el arte y con él, descubrirse a si mismo.
Como en medio de la madrugada, la bruma se transforma en química y afloran confesiones, sueños y pesares; amores, desprendimientos, amistades entrañables, propósitos y satisfacciones.
La vida es un reto. Uno escoge de qué lado estar desde muy temprano para marcar bien, sin medias tintas el final del camino. Es una senda que uno tiene que hacer, casi a tientas, con altas y bajas, con dudas y anhelos; pero con resolución.
Muchos buenos en esta vida han apostado por los desposeídos, otros, también desde esa selecta dimensión, que puede escapar al sentido común de mentes no tan lúcidas y a veces miméticas, se aventuran y entregan todo a favor los que también tienen derecho al conocimiento; a esa dicha de descubrir el arte en esa suerte de magia redentora, enamoradiza y exigente.
Luego se descubren nuevas entregas. Se abre ante nosotros un paso que lleva al tesoro, tesoro que como explica el amigo Julio Amorín, historiador que trabaja con alma de escriba y al que todo el tiempo del mundo no le es suficiente y mucho menos para deparar en editoriales y editores resbaladizos; la laguna es célebre porque los aborígenes prefirieron lanzar todos sus valores, cemíes, pepitas de oro, pendientes e ídolos del áureo metal al fondo de las aguas antes de entregarlos a quienes ofrecían la conquista enmascarada en la despiadada cara de la civilización. ¿Será una explicación que con regularidad algún guía de turismo esgrima cuando muestre las maravillas de este manso lago?
La aldea taína en la que 25 esculturas de la artista Rita Longa desafían el olvido se muestra ante nuestros ojos curiosos. Se cumplen deseos cuando vivenciamos tanta maravilla natural apreciada antes solo en instantáneas o imágenes grabadas.
Nuestro equipo marcha ahora apresurado luego de saciar las necesidades terrenales. Nuevo sitio de transmisión, afortunadamente nuevos escollos por sortear, intercambio franco con colegas, en una emisora situada casi sobre el mar en Caletòn, donde el ambiente es una mezcla casi balanceada de salitre y bosque, y alcanzamos a divisar otras cosas que, con toda la razón, invitan a pensar como Martha Alina, Diosenis y en el irreverente Porto.
Bueno eso de que las mujeres son pocas se nota, en todas las fotos eres la única. Muy bello el trabajo. Excelente la descripción de la Laguna y la aldea taína.
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