lunes, 11 de abril de 2011

Un pueblo palpita medio siglo después de la victoria de Girón.


Bitácora del Equipo Girón Rebelde
Lunes 11 de abril

Cuando regresé todo estaba destruido y mi casa agujereada. Con solo 11 años Zoraida Miranda Coba sintió la oquedad de aquella tarde en la que sus ojos añoraban no haber visto nada, no ser testigo de aquel dolor infinito por la destrucción de su pedazo de tierra.
Pálpite era hasta entonces un batey en medio del gran humedal, situado a unos 5 Km de Playa Larga y hasta allí llegaron las fuerzas mercenarias comandadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos el 17 de abril de 1961.
Recuerda esta cienaguera que sobre la 1 de la mañana de ese día su madre la despierta sobresaltada y le alerta de la invasión, pero su mente aún infantil imaginaba que eran truenos. No había tiempo para averiguar, solo para huir y tratar de salvar sus vidas. Primero corrieron hacia el monte, luego fueron trasladadas hacia el central Victoria en Jagüey Grande en un camión.

Zoraida no comprendía el por qué de aquellos combates, nunca antes había visto tantos soldados, tantos milicianos, aquel mar de pueblo enfilado dispuesto a enfrentar a los invasores y aunque 72 horas después de la invasión ya se había declarado la Vitoria, el tiempo le parecía eterno.

Cuando fue sabido el triunfo aquella palpiteña vio pasar por Jagüey a los milicianos triunfantes, los aviones, los heridos y hasta los mercenarios a los cuales el pueblo les gritaba improperios.

Entre los pasajes que vuelven a su memoria está el del hospitalito habilitado en el central Australia donde los médicos atendían tanto a los revolucionarios como a los mercenarios. Hasta allí se aproximó aquella niña osada para curiosear y escuchó cuando uno de los traidores renegaba de la atención médica porque decía que no quería nada del comunismo y sin embargo los brigadistas sanitarios lo anestesiaron para curarlo.

El impacto de aquellas imágenes se encuentra muy bien registrado en su mente al cabo de 50 años y el olor a pólvora es algo que no logra olvidar. Pálpite ya no palpitaba en su corazón como antes cuando regresó a su batey y había que empezar de cero, pero la vida les ofrecía esa posibilidad y la Revolución también.

La historia de este pedazo de Ciénaga mucho cambió desde entonces y las condiciones de vida hoy son otras. Pálpite ofrece escuelas a sus niños, consultorios a sus enfermos, y hasta la sede de un proyecto artístico maravilloso de cultura comunitaria llamado Korimacao.

Y en su sede trasmitimos ahora el equipo Girón Rebelde, en esta suerte de mágico viaje no precisamente en la máquina del tiempo sino desandando la historia a través de sus protagonistas y de los invadidos parajes de la Ciénaga de Zapata hace 50 años. Las anécdotas llueven, pocos temen contarlas aún cuando el corazón se estruja en estos días de abril cercanos a la fecha.   






   

1 comentario:

  1. Ange, Angel. Eres un angel de la mente torcida. ya te explicamos que de tanto ver manchas en tu sol, terminas palido de piel y corazon. Saludos.

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